El día que no lo celebremos será una buena noticia, será sinónimo de que hemos logrado una igualdad real.

«Lo cierto es que por mucho que pasen las jornadas, y esta rutina se repita como en el día de la marmota, el momento de salir de casa por la mañana y dejar a Coco en la cocina mientras desayuna, me sigue costando un esfuerzo terrible. Antes se quedaba llorando, ahora, resignada, todas las mañanas me pregunta mientras machaca uno de sus amados sobaditos pasiegos -¿Mamá viene amm?, lo que significa ¿Mamá vienes a comer?, y qué le voy a contestar a la criatura, pues que sí. Y así lo hago, tengo una hora y media para comer y tardo una hora y diez en ir y volver, eso quiere decir que como en 20 minutos con ella en brazos. Y, qué quieres que te diga, es una paliza (y más ahora con el embarazo a cuestas) pero es de los mejores momentos del día.»
Somos madres y mujeres trabajadoras, en ese orden. Priorizamos el primer aspecto sobre el segundo, ambos complementarios, y luchamos cada día para que no sean excluyentes.
Leer las entrevistas de Coco y Manuela a madres trabajadoras